lunes, 12 de julio de 2010

Ocurrió ayer...



En aquellos días sonaba el morenaje Mc Hammer y sus pantalones fuera de talla,  lo mas cool era llevar un swatch y la gente parecía mas tranqui que ahora,  llevando camisas de seda, zapatillas reebock y el ingles se estudiaba aun sin querer hacer de esto una “carrera”, por lo pronto me habían ubicado en la palomera del Icpna de Miraflores, que se caracterizaba por ser el primer vestigio del calentamiento global, sinceramente allí no se podía estudiar , pero claro,  el Icpna aun no era el coloso arquitectónico en el que estudia hoy  mi sobrina, era algo mas “sencillo” y hasta cancha de soccer teníamos. Recuerdo mucho ese último año, por muchas cosas, ese año terminaba el colegio sin pena ni gloria, prometiéndome en lo mas profundo de mi ser no volver a pisar ese suelo, que desde aquella hora se convertía en un lugar para el olvido (lo cumplí hasta el dia de hoy), en el mundo se caia el muro de Berlin, aparecia en la escena política un joven simio de apellido Chavez que años más tarde daría que hablar y el Ayatola aun no había muerto, pero lo que más recuerdo era lo que no teníamos, la internet era motivo de asombro y no todos tenían una pc, por lo tanto no existía aun el Messenger y la gente creo que aun escribía cartas para lo motivos que fuera, todos aun podían escribir una carta con el contenido que fuere, amor, odio terminar una relación…lo que el papel aguantara. Yo envié una carta a Francia para una vieja amiga, debí ir hasta la plaza de armas para enviarla, diantres como extraño ese momento, mi papel no era virtual y el papel llegaba de mi puño y letra sin correctores ortográficos, es decir, cada quien era quien decía ser. No existía el twitter el facebook y tantas redes sociales que nos ayudaba  conocer más personas sin conocerlas (irónico). Pero lo que no había y realmente probaba de que estábamos hechos era el teléfono celular, esa si era la gran diferencia, sin el celular solo podías llamar a un número fijo, exponiéndote a que te cuelgue el teléfono un hombre anciano, llamado también el padre de la enamorada, por que “estas no son horas de llamar” o además de tener un número telefónico durante meses sin atreverte tan solo a colgar el teléfono luego del primer “alo”…esos eran días duros y buenos, donde cada quien estaba en su lugar y cuando extrañabas a alguien no le enviabas una tarjeta “gusanito” sino que tomabas el Chama y llegabas a la puerta de su casa para enterarte solos minutos luego de llegar que había salido “pero que ya no tardaba” qué diantres ya estabas allá y esperabas sentado en la vereda. Cuando peleabas con la enamorada y te atrevías a llamar por teléfono sabias que tenias solo 3 minutos (la ficha rin) para poder explicar detalladamente tu punto de vista, incluir una disculpa y una reconciliación…pero hoy luego de tantos años tengo un celular en la mano y lo sigo mirando como antaño y desearía poder arreglar todo en esos tres minutos que para efectos prácticos eran toda una vida y solo decirte esto que aun no puedo escribir.

Omar Gavidia

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