miércoles, 24 de febrero de 2010

Infancia



Esta historia te la debo a ti, quien espero 18 años para conocerme y yo toda mi vida por lo mismo,  hoy quiero agradecerte por aparecer en mi vida y  a diferencia de las tantas veces frase repetida, no apareciste cuando mas te necesitaba, apareciste cuando menos lo esperaba.
Debo dejar claro que siempre te soñé e imagine tus manos sobre mi rostro, debo confesar que oía tu voz llamándome por mi nombre y diciéndome que ya era tarde que debía pasar a casa, pero no estuviste y eso es parte del pasado, como también lo es la vez que me devolviste toda mi infancia ya en mi madurez.
Llegamos a Sepahua en uno de esos vuelos de ayuda solidaria del Grupo 8, yo estaba inquieto, expectante,  nervioso al llegar a una tierra que para mí era desconocida, a pesar de las muchas veces que me repetías que yo ya había estado allí, y sabes que tenías razón, mi corazón reconoció todo inmediatamente cuando llegamos. Me llevaste a una pequeña casa, donde me dijiste que allí nos quedaríamos y que me acomode, que esa es mi casa (nunca termine de agradecerte esas palabras), yo aun huraño como soy avanzaba entre cajas y corredores, llevando la mirada con normal curiosidad.
Esa tarde comimos ligero y caminamos por descampados, tú me hablabas de las cosas que había ocurrido antes y yo solo te miraba, no sabes cómo te miraba, buscaba algo en mi que pudiera ver en ti, observe la forma pequeña de tus manos el color de las mismas, y la forma de tus muecas al hablar, veía como tu rostro se ponía tenso frente a mis silencio y yo diciéndote cálmate,  está todo bien continua que escucho, mientras que el viento se llevaba tu cabello con innegable formas lúdicas, y sonreías nerviosa de rato en rato, sabes, yo no deseaba que estés tensa, pero debes disculpar mi seriedad , todo era nuevo para mí, era nuevo y extraño. Tienes sed me preguntaste, y te respondí que mucha, el sol  había golpeado fuerte cerca a la orilla del rio y me invitaste a beber una cerveza, eso sí, me dejaste  claro que era la única manera de quitar la sed en ese paraje de la selva, yo solo sonreí y acepte con gusto.
La tarde vino con algún extraño aguacero que presagiaba los estados de ánimo de mi corazón, y caminamos presurosos a buscar refugio en la casa, y a falta de energía eléctrica y de las comodidades de la tecnología, nos refugiamos en diversiones más simples, contando bultos y sacando a los perros fuera de la casa, yo seguía observándote y mi corazón seguía moviéndose de su lugar, es cierto me doy cuenta, eres una mujer bellísima y de una mirada dulce y tierna , casi eres un brote de paz para mí.
Al disminuir un poco la lluvia, me dijiste que debíamos ir a otro lugar , que nos iríamos a la casa de Cumarillo bajando por el rio, pensé, que más sorpresas tendrías ese día para mi, y así llegamos navegando a una casa a la rivera del rio, donde desembarcamos ya casi puesta la noche, me cuidabas como si fuera un niño, tenias cuidado donde mi pie se apoyaba y no te lo dije, pero me hiciste llorar con cada atención con cada palabra de cuidado. Dejamos las cosas en la habitación y me pediste que te acompañe a la cocina, bueno así la llamaste tu, para mí era un habitáculo en medio del campo con chimenea y completamente agreste, en eso te vi prender fuego con unos leños y yo pensaba…dónde estoy???....tú me mirabas y sonreías, cocinaste algo en esos utensilios de acero y barro y temerosa me diste de comer, no recuerdo si la comida fue agradable o no, solo recuerdo, el calor de las brasas calentando mi piel cuando el viento cambiaba a nuestra dirección, viene a mis recuerdos aun  el calor de tu corazón sobre el mío cuando te dirigías a mí con ese dejo de la selva que nunca te lo he dicho, pero que AMO!!!.Luego de algunas momentos  más  termino nuestra cena, y en medio de la oscuridad  solo iluminados por la luna que se reflejaba sobre el Urubamba nos dirigimos a la pequeña casa, en las faldas de la colina, y me dijiste mostraste mi  habitación, yo la mire, era diferente a la  primera que me mostraste, esta era más antigua y toda de madera, donde advertía coexistían cientos de insectos invisibles a mis ojos, pero sé que estaban allí, la cama era de una caoba que debió haberse extinto con los españoles, una cama hermosa y grande y en la parte alta un mosquitero enrollada que aguardaba los sueños.
Te pregunte donde dormirías y me dijiste en la otra habitación, te replique si querías seguir conversando, me dijiste que sí (gracias), que te encantaría.  Sabes, yo quería oír tu voz hasta el final de ese día, tenía un ritmo misterioso que me llevaba a los albores de mi propia vida.
Esa noche estábamos en medio de esa gran cama, y el mosquitero estaba cubriéndonos y tu a mi costado, contándome la historia de la casa y las veces que estuviste allí y los motivos no tan felices de tu soledad (tu sabes a lo que me refiero), y yo sentía que mi corazón ya no era el mismo, que mi corazón había cedido a mi propia seriedad y a mis razonables conclusiones y recorde quererte. Pero las fuerzas de la conciencia me dejaban lentamente, y te oía sin entender ya lo que decías, seguramente en ese momento pudiste ver mis ojos, reflejando la eternidad y mi próximo estado de inconsciencia y sueño y yo me deje ir.
Entonces paso, me deje caer de lado y tú me cubriste, me cubrías con una dedicación que no podía entender ni imaginar, yo allí con mis 18 años de edad, luego de recorrer el Perú durante un año de mi vida, de dormir en parques y jardines de robar fruta para pasarla ese día, argumentaba que podía cuidarme solo, pero esa noche no podía hacerlo, esa noche yo te necesitaba, con todos tus cuidados y todas tus dedicaciones y me cobijaste como si fuera un bebe, como ese bebe que  quitaron de tu lado  cuando recién nació, y a pesar de los años y a pesar que recién te conocía ya te conocía desde siempre. Esa noche me cubriste, me cuidaste y me dijiste, hijito duerme bien que aquí estaré yo. Esas palabras aun el día de hoy llegan a mi mente, y debo confesar que no dormí esa noche, solo llore en silencio sin hacer bulla sin dejar escapar un solo suspiro, para que no te preocupes Mama, si,  ahora puedo llamarte así mi Madre, luego de muchos años de separación el bebe que quitaron de tu cuidado regreso precisamente al momento donde empezó todo, esa noche me devolviste a tu lado mi infancia y mi niñez. Ahora lo sabes… Mama.

Omar Gavidia (Tu hijo)

P.D. "Crecer sucede en un latido. Un día estás en pañales, al día siguiente te vas. Pero los recuerdos de la niñez permanecen contigo todo el camino. Recuerdo un lugar, un suburbio, una casa, una casa como muchas casas, un patio como muchos patios, y una calle como muchas otras calles. Pero lo curioso es que, después de todos estos años, aún lo recuerdo, maravillado."

lunes, 22 de febrero de 2010

1 + 1 = 3

Cuando llegue al colegio para dar el examen de ingreso  no sentía temor, literalmente estaba petrificado. Por alguna razón, en casa pensaban que ya estaba listo para postular al colegio, si ,al colegio con mis recién 5 años de edad!, lo recuerdo muy bien porque esa mañana amaneció mas temprano, esa mañana no hubo necesidad de que salga el sol para saber que ya debía estar de pie, me levante con una tristeza en el corazón, creo que por que tenía miedo partirle el corazón a la gente que amaba y  creían en mí, no tenía el valor para decir que no me sentía listo, uno nunca esta listo,. Sus sonrisas sus miradas, casi me llevaban a no querer romper con mi desarmonía las melodiosas esperanzas que se juntaban a mi alrededor.

Me coloque mis zapatos lustrosos, esos que solo usaba en momentos especiales según decía mi madre, y caminamos hacia aquel lugar gigantesco. Aun lejos dantes de llegar al recinto que me aguardaba, pensaba en lo que sucederia si las cosas no salian bien, veía el rostro de decepción de mi madre, NO!, eso no!, todo menos eso. Hay que cambiar la actitud pensé, tal vez tengo suerte y me preguntan los colores en ingles, o tal vez lo que esta adelante o al costado, por favor que alguien me ayude!!!.

Los jardines del colegio eran bellicismos, casi me inspiraban algo de paz  el poder mirar las aves volar y el cielo abierto, y así llegamos hasta un frio recinto cerca de tan agradable paraíso, mis pasos se podían oír a lo largo del oscuro pasillo, y casi podía oír con más fuerza mi corazón querer salir desbocado de mi pecho, la mano de mi madre me daba algo de seguridad mientras andábamos y llegamos a una puerta marrón donde pasamos y nos hicieron esperar. Salió un amable hombre que nos llevo al salón pequeño, aun hoy, luego de tantos años, recuerdo el rostro de los niños allí sentados, yo entendía muy bien que querían decir esas miradas claro que si, ellos también podían leerme y sabían que pertenecíamos a la misma manada, eramos los caballos entrando al hipodromo de la vida.

Luego se acerco aquel hombre que nos había dirigido al salón ,  con una sonrisa se presento, yo no quería estar allí, mis manos transpiraban y mi corazón se aceleraba con cada respiración, esto no era como soñar con la ola de mar que me perseguia mientras dormia, esto era real y estaba pasando delante de mis ojos, no me despertaría y me salvaría, a decir verdad nunca más desperté de esta realidad, de esta forma de elección en este mundo.

Ahora luego de tantos años recuerdo que me entregaron un lápiz, un simple lápiz que sería la herramienta inmortal con la que lucharía con el futuro, yo lo miraba, como deseando que me respondiera, de todo el universo.

Termino  el examen, y luego  de algunas horas de espera , las sonrisas y felicitaciones llegaron, había ingresado!!!, no sé como lo hice, porque no sabía nada y marque todo con el mayor temor deseando que ocurra algo que detenga mi sufrimiento…lo curioso de este relato, es que no recuerdo ninguna pregunta ni ninguna respuesta, tampoco recuerdo bien las felicitaciones, pero si recuerdo muy claramente el pensar …Cuando llegaría la próxima prueba???, sabia en mi foro mas interno que no estaré lo suficientemente listo, ese día solo tuve suerte , pero que ocurrirá cuando la suerte no esté de mi lado.
Sin saber y al poco tiempo vinieron mas pruebas y muchas más pruebas y diferentes tipos de exámenes que resolver en mi vida, cientos de ellos, algunos por algunas notas otros por mi vida, y otros tantos por vanidad, y así llego a este  momento, donde pareciera que sigo siendo el mismo niño mirando ese lápiz entre mis manos, pensando, estará la suerte de mi lado?...

No obstante hay una gran diferencia hoy. Esta vez sin importar cuál sea la complejidad de la pregunta…ahora estoy listo, hoy se la respuesta.

Omar Gavidia

viernes, 19 de febrero de 2010

Silencios...

(...)

lunes, 8 de febrero de 2010

VISITA AL PSICOANALISTA


(Trataré de resumirme, porque la consulta cuesta un ojo de la cara)


Para que se dé cuenta lo difícil o lo fácil que a veces me resulta todo, doctor: Soy el mismo desde que nací, pero también soy otro desde la misma fecha. Como uno atiendo los asuntos cotidianos, y como el otro le inyecto raíces a mis ideas. A veces el conflicto es doloroso. (¿Qué?… Bueno, estas divagaciones entonces las dejamos para más adelante. Empiezo por el principio y listo).

Comencé mis estudios sobre el todo y el nada (alias Vida) cuando tenía dos años y cuatro meses, al intentar descubrir qué pasaba si metía un tenedor en el enchufe eléctrico de la pared. Fue la primera lección que la vida me enseñó: tenedor en enchufe = quemadura y lágrimas.


Después vino la escuela primaria, donde me enseñaron a obedecer sin cuestionar y donde por cuenta propia aprendí a preguntar y desobedecer.


En la secundaria descubrí cómo abrir ventanas donde no existían, y a suponer que nada era como parecía ser, y a creer que la pubertad es la penúltima estación antes del Nirvana.


La facultad empezó a desenseñarme que saber es una quimera, que suponer es un teorema indemostrable; que buscar es una emboscada; que divergir es un estigma; que aprender es un Argumentum ad ignorantium.


Leer fue mi mejor maestro. Entender fue mi primer precipicio. El primero de muchos (Luego llegaria amar, Gregorio).


Al margen de los estudios regulares, el hambre propio supo restarle sabor a mis comidas. El torturador me enseñó con su arte que el dolor no tiene límite. Tan interminable como la falta de principios o la ignorancia o el fanatismo.

La Injusticia fue clara en su mensaje de que es más fuerte que la más fuerte de todas las buenas intenciones, y el deseo de venganza demostró ser el padre de todos los abusos, y la corrupción la causa mortis de todos los discursos oficiales.


Y así, doctor, la vida fue mostrando sus agallas, desnudando sus mentiras, destruyendo sus valores. Y así terminé, en este diván, pagando para que me escuche y me comprenda, aunque poco le importe lo que escuche y mucho menos lo que entienda a no ser el precio que me cobra por contarle mis angustias.


Pero no lo dude ¿eh?: Hoy, años ha de todos esos peldaños de la escalera que aún insisto en subir, contemplo la vida y sus actores con la misma curiosidad con que antaño miré al enchufe y al tenedor como si hubieran nacido el uno para el otro. Intento aprender a descifrar la vida con igual sinceridad con que otrora sumaba experiencia y restaba obediencia. Busco el sentido en el fondo del más hondo sinsentido, con igual avidez con que mucha veces espié por la ventana.



De todo ese aprender a desaprender; de todo ese saber para olvidar; de todo ese Ser y no apenas Estar, sobra – en el dobladillo del Hoy - un manojo de palabras, un racimo de ideas, un sinfín de proyectos, que intento hilvanar en frases con sentido; en textos con hondura; en dichos con esencia.


Aunque casi nunca consiga ordenar las palabras( a ella le consta); aunque casi nunca alcance a implementar mis ideas( tambien le consta); aunque ahora aprendi a terminar  desarrollar mis proyectos, insisto y empiezo de nuevo. Y así sucesivamente.


Omar Gavidia

Mucho mas Grave


Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo
y eso en verdad no es nada extraordinario
vos lo sabes tan objetivamente como yo.
Sin embargo hay algo que quisiera aclararte,
cuando digo todas las parcelas,
no me refiero solo a esto de ahora,
a esto de esperarte y aleluya encontrarte,
y carajo perderte,
y volverte a encontrar,
y ojalá nada más.
No me refiero a que de pronto digas, voy a llorar
y yo con un discreto nudo en la garganta, bueno llora.
Y que un lindo aguacero invisible nos ampare
y quizás por eso salga enseguida el sol.
Ni me refiero a solo a que día tras día,
aumente el stock de nuestras pequeñas y decisivas complicidades,
o que yo pueda creerme que puedo convertir mis reveses en victorias,
o me hagas el tierno regalo de tu más reciente desesperación.

No.
La cosa es muchisimo mas grave.
Cuando digo todas las parcelas
quiero decir que además de ese dulce cataclismo,
también estas reescribiendo mi infancia,
esa edad en que uno dice cosas adultas y solemnes
y los solemnes adultos las celebran,
y vos en cambio sabes que eso no sirve.
Quiero decir que estas rearmando mi adolescencia,
ese tiempo en que fui un viejo cargado de recelos,
y vos sabes en cambio extraer de ese páramo,
mi germen de alegría y regarlo mirándolo.
Quiero decir que estas sacudiendo mi juventud,
ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos,
esa sombra que nadie arrimo a su sombra,
y vos en cambio sabes estremecerla
hasta que empiecen a caer las hojas secas,
y quede la armazón de mi verdad sin proezas.
Quiero decir que estas abrazando mi madurez
esta mezcla de estupor y experiencia,
este extraño confín de angustia y nieve,
esta bujía que ilumina la muerte,
este precipicio de la pobre vida.
Como ves es más grave,
Muchísimo más grave,
Porque con estas o con otras palabras,
quiero decir que no sos tan solo,
la querida muchacha que sos,
sino también las espléndidas o cautelosas mujeres
que quise o quiero.

Por que gracias a vos he descubierto,
(dirás que ya era hora y con razón),
que el amor es una bahía linda y generosa,
que se ilumina y se oscurece,
según venga la vida,
una bahía donde los barcos llegan y se van,
llegan con pájaros y augurios,
y se van con sirenas y nubarrones.
Una bahía linda y generosa,
Donde los barcos llegan y se van
Pero vos,
Por favor,
No te vayas

MARIO BENDETTI

domingo, 7 de febrero de 2010

Adivina

Adivina
oculto en mi bolsillo
más allá del músculo y el nervio
oculto y escondido de la despedida
del simulacro del encuentro,
adivina son solo muchas letras
o seis.

Adivina que no es matemática
tampoco historia
y mucho menos biología
aunque de tu biología me queda
tu mueca y tu sinrisa
las virutas de tu espacio
y los lunares.
Oculto en mi bolsillo

adivina pues puede ser una noche
una tarde, una madrugada,
una nube atorada en mi ventana
un miedo enorme al encuentro.

Adivina no es un imposible
ni muchos caminos
es solo uno, oculto en mi bolsillo.
Y mientras tu vigor, el de pensar
me acecha
sigo acariciando, cabello por cabello,
la nube que se atora
el miedo enorme
una tarde, noche o madrugada.

Adivina y dame entonces del tuyo
tu bolsillo
el placer de adivinar que me quieres.



Omar Gavidia


Estados de Animo


Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.

Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.

A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.
Pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde
te acerques y te mires,
te mires al mirarme.
Mario Benedetti. 
(... Maestro)

Requiem noctambulo.

Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.

En este instante la soledad no trabaja
para la muerte que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño

que a Dios invoco, pero no le pido
nada, con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido

por las malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?

Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.

No me lo digan cuando me despierte.


Omar Gavidia

jueves, 4 de febrero de 2010

Fuera de tiempo



No se supone que este debía ser el orden de las cosas, se suponía que debiste aparecer cuando iba yo con los chicos a la playa y el sol hacía estragos en nuestros cueros y en el corazón, ya que tenía la cualidad de inflamar los ánimos y apresurar al crecimiento, tal vez me hubiera acercado a ti y te hubiera invitado de mi helado y te hubiera preguntado si sabias nadar, no sé qué hubieras contestado, pero estoy seguro que hubiera sido el inicio de algo importante, luego tal vez hubiéramos regresado juntos y me hubiera bajado contigo cerca a tu casa, solo para acompañarte lo mas que pudiera y tal vez hasta comprar un pan con atún para invitarte, pienso que hubieras tenido hambre.
Se supone que debiste aparecer antes del viernes de la noche de promoción de colegio y no tenia con quien ir, o al menos no veía a nadie que quisiera ir, me hubieras ahorrado el incomodo pase de ir con mi prima, créeme, me hubiera sentido mas cómodo contigo y tal vez, por consejo de terceros (Papa) hubiera pasado a recogerte a tu casa, si!, recogerte a tu casa , con muchísima vergüenza , pero en tu casa al fin y entonces hubiera ido a esa estúpida fiesta de promoción; creo que hubiera regresado más tarde de lo que volví.
Hubieras aparecido luego, tal vez cuando tenía que salir de compras cuando descubrí que habían más colores que el negro, seguramente me hubieras ahorrado el mal rato de comprarme ropa rosada, por este daltonismo que llevaba y que desconocía, seguramente tu buen gusto y poco conservadora visión estética hubiera ayudado a mi mal gusto por la ropa y poco coherente sentido de la relación y los colores.
Y si hubieras aparecido todas esas veces que pensé que por fin estaba cerca de algo importante(al menos yo así lo creía) y no era más que otra forma de aprender con algo que conoces bien, la prueba ensayo error y tal vez fuere un buen momento en que hubieras arribado entre nubarrones y bruma. Sé que me entiendes muy bien, debiste estar allí para decirme con una sonrisa burlona en los labios,, dejando ver esa mueca que adoro,  la verdad, la fría e imperceptible verdad, que yo estaba en un error, y seguramente te hubiera mirado con desconfianza y me hubiera reído mientras lo decías.
Y tal vez hubieras estado en toda mi historia, en esos momentos que me faltaste en todos esos momentos que hubiera deseado que estés, pero entiendo no estabas, ahora sé que no se trato de un error, aun en este momento antes que se convierta en pasado, te digo, casi como una sugerencia, es un buen momento para que aparezcas y hagas una entrada de esas que se, puedes hacer…solo algo mas , no tardes.
Omar Gavidia

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