lunes, 23 de noviembre de 2009

Una tarde cualquiera


Matías ya hace mucho que había terminado sicología, sin mayores logros que pretender saber que los años de estudio no habían sido en vano, ya que como el mismo creía, había llegado a conocer muy bien los linderos oscuros de su profesión tomando como sujeto de pruebas su propia vida; era interesante verlo caminar autoanalizándose por los pasillos del Larco Herrera. El resto decía, que era él un buen hombre, de voz tranquilizante, de esos que por alguna extraña razón, te dan seguridad, y seguramente no debería tener problemas, y si los tendría, Matías sabría cómo resolverlos. Previa a la inmensa noche la tarde había llegado más lenta que de costumbre dejando que los rayos de un empobrecido sol pudieran visitar su pequeña oficina, esos rayos le recordaban que fuera de las hojas de prescripción médica e informes del sanatorio, había otro tipo de vida, que por mucho tiempo él había evitado, por ese motivo esta parte del día lo ponían triste, seguramente sería que le recordaba que había dejado de llevar una vida común, sabia que lo especial de su empleo lo hacía en especial, pero algunas veces y solo algunas veces el no creía que hubiera nada especial en el, salvo ese inmenso deseo de ayudar pero más aun, ayudarse así mismo, no permitiéndose olvidar que tenía un propósito claro en el mundo…prendió un cigarrillo, ya a la quinta hora todo estaba tranquilo en los pasillos del claustro sanatorio, la prohibición de no fumar lo hacía sentirse un delincuente rebelde, tal vez esta sería la forma de desafiar sus días, dentro de todo …el aun podía luchar y rebelarse…valía la pena desafiar en medio de la nada a nadie.
Mientras que lejos de allí, Gabriela, salía rápidamente de la oficina del Gerente de compras de la empresa, su vida se hacía cada vez más intensa, sus decisiones llegaban a escalafones más altos dentro de la empresa y su sonrisa encandilaba a propios y ajenos, ella una mujer dedicada a sacarle verdades a los números , mostrando la parte poética de las matemáticas, su mundo se erguía dentro de luces de neón por las noches y corbatas y sastres por la mañana, cafés que pasaban de un lado a otro como bandada de gaviotas por todos lados, las sonrisas corteses por la tarde y de rato en rato también por las persianas de su oficina se dejaba ver un débil rayo de sol que luchaba contra la luz artificial de la oficina administrativa, ella miro la tarde y pensaba que nadie podía ser más feliz que ella..Que realmente era un mujer afortunada, recibió minutos mas tarde una llamada de Adrian, el casi enamorado de ella, un agradable contador de un antiguo empleo a quien había frecuentado y había sido aceptado en su pequeño grupo de amistades; al parecer un problema con el cierre del mes lo demoraría mucho en la oficina, de modo que sería imposible poder verla el día de hoy, le dijo. Ella tiernamente solo dijo: no había ningún problema, aprovechare para terminar unos pendientes en casa.
Esa tarde mientras veía Matías la avenida del Ejército vio como el sol se ocultaba. Saco su teléfono vio que el tiempo iba cada vez más lento…hace dos horas que decía que solo habías pasado 10 minutos..Como podía ser!!!...en eso, -Hola- dijeron las pequeñas letras azules en el Messenger-hola-dijo él. No sabía quién escribía, pero por puro respeto respondió, no se atrevía a preguntar quién era. Las letras en azul, teclearon un nombre que él conocía muy bien, teclearon con aroma añejo un nombre que lo acompaño hace mucho tiempo en noches y noches y mañanas por tardes. Entonces escribió como nunca lo había hecho hace mucho…diciendo lo mucho que le daba gusto saber de ella. Gabriela escribió su nombre porque sabía que Matías era muy despistado e intuía que no sabría quien era ella, ¿pero porque lo saludaba ahora?, pensó, la verdad no lo sabía, ya que muchas otras veces lo había visto en la lista de sus amigos, siempre ocupado, siempre ausente. Miro la hora del reloj y veía que estaba próxima la hora de salida. Del otro lado las palabras de Matías sonaban alegres sonaban que extrañaba la persona que fue hace mucho. Ambos acordaron tomar un café, caminar y saber por qué caminos los había llevado la vida, desde que se fueron por caminos diferentes, ¿cuánto de esto cinco, seis años?, recordaba el. Resolvieron verse ese día, resolvieron poder tomar una taza de café, y caminar, seguramente una presencia como la de ella, dijo él, sería una buena noticia, entre tantos titulares sin importancia para su corazón…no por que viviera mal o por qué no amara lo que hacía, pero no podía negar que en las ponderaciones de su corazón, no había muchos cálculos para decir que era ella, importante y más.
Manejo pensando como estaría ella, prendió al radio de su auto, un viejo Nissan Sentra muy bien conservado, que guardaban los anhelos de velocidad que podía necesitar para su vida, en la radio sonaba TRATAME SUAVEMENTE y esta, más que una canción se convirtió en una oración para él.
Ella se sentía extrañamente emocionada, no porque aun estuviera relacionada emocionalmente, es decir, enamorada, sino porque una extraña mezcla de curiosidad y cariño la embargaban, después de seis años las cosas se disipan pensó ella. Luego, bajo del taxi y allí estaba él, parado unos metros más allá mirándola, al parecer su apariencia había cambiado, un poco, externamente al acercarse reconoció la sonrisa , luego la mirada, ahora podría darse cuenta que no cambio como pensó , con más edad , con mas rayones en su vida, pero con esa ternura antigua y esa calidez de antaño, que le recordaba su niñez cerca al árbol de navidad junto con sus pequeños hermanos, junto con su familia que solo había vuelto a sentir cuando se perdió en sus brazos ya hace mucho, cuando sintió que la soledad y el vacio podían aplastarla.
El se miro por última vez en los espejos del auto, sonrió y se dijo: caramba no podre cambiar en un segundo…al final solo hablaremos y nos pondremos al tanto y para eso no se necesita verse bien. “…te envió poemas de mi puño y letra te envió canciones de 4: 40 te envió las fotos cenando en Marbella y cuando estuvimos por Venezuela. Y así me recuerdes y tengas presente que mi corazón esta colgando en tus manos. Cuidado, cuidado, mucho cuidado que mi corazón esta colgando en tus manos, no importa que diga el destino quédate conmigo…” Rezo así la última canción antes que apagara la radio, y así salió a recibirla.
Esa noche caminaron, sonrieron, recordaron antiguas bromas y se sintieron muy cómodos el uno con el otro, luego de la cena, la invito a caminar cerca al mar, por donde tantas veces habían caminado cuando eran uno solo. ¿Desde cuándo fumas? - pregunto ella- mientras el prendía un cigarrillo contra el viento, -no lo sé! -, afirmo Matías, -creo que desde que veía que no terminaba la facultad y amanecía noche tras noche tratando de robarle tiempo a las madrugadas, y no lo sé…creo que desde ya hace algunos años-. Apago contra la vereda el cigarrillo, así detuvo algún tipo de incomodidad que pudiera colarse entre los dos. Ella solo sonrió y se abrazo a sí misma, detalle que el observo, pensó tomarla y abrazarla mientras caminaban, pero no deseaba ser mal interpretado, finalmente ella se veía tan bien, tan dueña de su vida...tan hermosa, que nos se atrevería a darle algo que ella no necesitara.
Ella estaba disfrutando el momento, sonreía no con media risa, como hace algunos años leyó en algún dominical de lima, sino con una sonrisa completa, cálida, de hogar, que no se intimida por las formas sino más bien se abre paso por entre los labios y sale del mismo corazón, aun roja en su color natural. El cariño y la curiosidad se disiparon y otro sentimiento buscaba abrirse paso en su corazón, mismo que ella no advirtió.
Por algún momento el se quedaba callado y la miraba con su visión periférica. Trataba de recordar el motivo que los había separado, si a decir verdad parecían ser ambos las caras de una sola moneda y por más intentos que hizo no lo recordó. Ella se sintió triste sin entender el motivo, como pudiera sentirse así luego de una noche de recuerdos agradables. El tomo su hombro y la adelanto para poder recibirla con un abrazo…que la tomo por sorpresa, -discúlpame!!-añadió, sonriendo, -es que nunca me lo perdonaría sino te daba un abrazo cálido, imagínate hasta cuando no te veré mas- ella solo se dejo abrazar y su corazón se detuvo por un segundo, por su mente pasaban imágenes sin sentido, recuerdos de otros tiempos y nuevamente esa tristeza cuya fuente se escondía en su corazón. Finalmente sonrió y lo abrazo y sintió calor de hogar ene se momento.
-Es tarde- dijo él, -es cierto- afirmo ella, caminaron hacia el auto y cuando estaban llegando el la tomo por la mano- ¿te acuerdas?- le pregunto y ella sonrió, ¿de tomarte la mano?, claro que recuerdo-y luego ella se soltó amablemente. El se sintió cansado, un cansancio de muerte, pero no moriría allí parado delante de nadie, las otras veces ya había muerto y también había resucitado como una llama de entre las cenizas. Ella sintió un anhelo antiguo una fuerza que brotaba de sus venas. Volteo hacia él, y le pregunto si estaba bien, él le dijo que sí, pero ella replico si en verdad se sentía bien , pero Matías ya no respondió nada, solo se acerco y la abrazo, fundiéndose en un abrazo más antiguo que el tiempo. Ella se dejo caer fuera de su corazón y salto a él a lo más profundo de su corazón, se miraron, y no se explicaron nada, no hubo razones, no habían argumentos, con sus miradas se perdonaron una y mil veces por todo lo que les había sucedido y por lo que habría de suceder, nadie dijo nada, solo las olas aconsejaban cerrar esa noche, por qué tanta verdad podía destruir la noche. Entonces ella lo beso en los labios con ternura con miedo con temor, el la beso con ternura con miedo y temor, ambos se besaron y hablaron en sus corazones, y hablaron con eternidad. Ella dejo de besarlo- estas temblando- le dijo tímidamente. El no lo afirmaría solo sonrió y volvió su mirada más allá del horizonte. Ya no hablaron mas y por una eternidad (diez minutos) se quedaron abrazados.
El la dejo en su casa y se despidieron con un beso en la mejía ninguno dijo nada, no hubieron promesas, no hubieron fechas, no hubieron hasta prontos, habían llegado al límite de lo que sea que esto fuera y en los limites las palabras no se entienden y solo estorban.
Matías llego a casa, sonrió, escribió una frase en una hoja de papel para plasmar lo que sentía: EPITAFIO: HAY MOMENTOS EN QUE LAS VERDADES NO NECESITAN ARGUMENTOS, HAY ETERNIDADES QUE PUEDEN DURAR SOLO MOMENTOS Y HAY MOMENTOS DONDE SOLO DEBES DEJARTE IR POR QUE ALGUIEN TE ESTA RECIBIENDO DEL OTRO LADO
Gabriela llego a casa y sonrió, no deseaba pensar en nada mas, no quería entender nada, no quería saber más de lo que ya sabía, solo dormir y saber que el día había terminado, o que había empezado un nuevo día. Este no era el momento para saberlo, solo necesitaba partir en sueños.
Al día siguiente ambos miraron los rayos del sol por la tarde, ya no estaban seguros de nada, solo que en algún momento deberían reevaluar quienes eran. Ella sonrió.

OMAR GAVIDIA

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